Materna y Herencia presenta la primera individual en Madrid de Isabela Lleó (Madrid, 1962), una artista multidisciplinar con una amplia trayectoria en el circuito internacional que se formó en las Universidades de Bellas Artes y cinematografía de Munich y Hamburgo (donde asistió a talleres de Joseph Beuys, Nam June Paik, Henrik Christiansen, Hermann Nietzsh y Sigmar Polke, entre otros), las Universidades de Madrid y Mallorca, el CNBDI de Angoulème, los Metrolight Studios de Los Angeles (dirigidos por George Lucas), etc.., y que a lo largo de sus más de cuarenta años de carrera ha participado en decenas de encuentros internacionales: Bienal de Venecia, Sculpture by the Sea Bondi y Cottesloe (Australia) , Galería Arsenal (Byawistok, Polonia), etc..
Esta artista, trabajadora incansable, políglota y licenciada además en psicología clínica, ha experimentado con la totalidad de los procedimientos artísticos, de la cerámica a la infografía pasando por todas las técnicas del grabado, la escultura y la pintura. Así, en esta exposición se presentan tres conjuntos de piezas elaboradas con lenguajes diferentes que tienen en común el interés de la artista por temas como las relaciones entre naturaleza y civilización, la dimensión psicológica del proceso creativo o los patrones geométricos que subyacen en la forma y el movimiento de los entes vivos.
Hivern, Invierno y Ametllers, almendros (2017) pertenecen a un ciclo de xilografías dedicado a los almendros mallorquines, particularmente afectados desde hace unos años por las enfermedades y las duras condiciones climáticas: “los árboles han sido fotografiados, dibujados, traspasados a planchas de madera, desgravadas las planchas e impresas. El cuidado de los árboles (la zona sur de la isla es extremadamente árida y seca) me inspira y le da sentido al devenir, determina bajo el signo temporal del contraste la relación precisa del hombre con el universo. La transfiguración, que aquí se lleva a cabo mediante formas tomadas de la naturaleza, tiene lugar en la conciencia creadora del artista. La obra Ametllers procede de una serena mirada alrededor. Alrededor de mi misma, del lugar que uno habita. Diez planchas de contrachapado trabajadas una y otra vez hasta dejarlas casi transparentes de tan finas. Los temporales, el liquen que se come los árboles abandonados, la luz de febrero…”.
Seafoam, espuma de mar y Winterclouds, nubes de invierno, forman parte de un conjunto de esculturas de bronce y mármol que Isabela Lleó expuso parcialmente en la Bienal de Venecia de 2017. Se trata, en este caso, de una prospección en las formas arcaicas de pensar y representar el agua y sus movimientos en el espacio. Las líneas, las ondulaciones, evocan también la complejidad del desarrollo de la conciencia, estableciéndose una relación formal y conceptual entre los meandros del pensamiento y fenómenos naturales como la formación de la espuma de mar o la condensación del vapor. El recurso a la abstracción –que es una constante en la obra de Isabela Lleó, tanto escultórica como pictórica- es una forma de aprehender y sintetizar las estructuras matemáticas que subyacen en la realidad visible: “el propósito de esta instalación es abrir puertas (una vez más) en la conciencia colectiva en relación con el problema actual de la conservación de la tierra y la transmisión de la cultura”.
Lirios (2022), las dos pinturas de gran formato que protagonizan la exposición, tienen un carácter más intimista. Surgen a raíz del fallecimiento de su madre y el retorno a Mallorca tras una estancia de dos meses en Basilea, donde Isabela Lleó conoció la obra de Franz Gertsch –quien también trabaja con temple al huevo sobre algodón crudo. Esas flores, los Iris (que también es el nombre de su hija mayor), proceden del jardín madrileño de su madre y ahora crecen en Dombás. Observadas pues desde la emoción, fotografiadas y ampliadas, son evidentemente un réquiem –Réquiem, esta vez por Ucrania, se titulaba también la preciosa serie de esculturas de alabastro cruciformes que la artista expuso en la galería Oreka de Soraluce (Vizcaya) el año pasado-, pero son sobre todo un ejercicio de contención –apenas se han usado cuatro colores-, de análisis y de síntesis: aquí, el fragmento de jardín, trastocada su escala, cobra la apariencia de una jungla y, por ende, de todas las junglas.