Federerico Echevarría tiene una capacidad creativa verdaderamente prodigiosa. Construir su propio legado artístico como si no hubiera mañana, como si los materiales, la mayoría encontrados y de desecho, se fuesen a acabar, a sus ochenta y tantos años le reporta una fuente de energía rebosante y una vitalidad incontenible, un elan que primaveralmente le renueva, le hace joven, abierto e intenso, incesante.